Ojos en la carretera
La carretera no espera, el tráfico tampoco. Pero tú sí puedes elegir cómo enfrentarlos: con una visión más clara, más cómoda y hecha a tu medida.
Lentes para conducir
Ojos en la carretera, siempre.
Porque conducir bien también significa… ver bien.
Conducir no es solo cuestión de pedales, prioridades o nervios de acero en los semáforos. También es (y sobre todo) una cuestión de ojos. Ya sea una rotonda con mil salidas, unos faros que te deslumbran en plena noche lluviosa o ese sol bajo que te da de lleno en la cara al salir del trabajo, la vista se pone constantemente a prueba.
Y digámoslo claro: no hace falta ser piloto para darse cuenta de que conducir con mala visión es peligroso, estresante… y agotador.
Quienes conducen todos los días lo saben: uno se cansa más rápido, parpadea más de lo habitual, tiende a entrecerrar los ojos para enfocar. Y si además ya pasaste los 40 (hola presbicia, bienvenida al club), la cosa se complica. Salpicadero, retrovisor, GPS, señales, peatones… un cambio de enfoque constante. Nada fácil.